En el momento en que dejé mi Salamanca
en el año 2001; me hubiera sido imposible haber imaginado que tantas cosas pudieran
ser hoy tan diferentes doce años después.
Algunas lógicamente justificadas
por esa “ley de vida” que envuelve a las generaciones que nos preceden en
ese irremediable paso de los años que nos envejecen; otras, por esas famosas circunstancias
laborales tan habituales en provincias, que provocan que cada vez
sean menos los amigos que reencuentro cada vez que volvemos a casa; pero nunca,
nunca, nunca hubiera pensado, que camino de cumplir los treinta y siete; uno
pudiera quedarse sin el equipo de fútbol que le desveló tantas noches. Y dejar
así; vacío, en mis vueltas a Salamanca, ese cliché; que fue mi pasado en la
ciudad en la que viví con mi familia, amigos y mi equipo de fútbol cada día, y que
invariable se mantuvo unido al latido en común de todos los míos cada dos
semanas, en aquellos, cada vez más lejanos en tiempo y forma, años 80 y 90.
Así, se hace difícil encontrar
motivaciones en el presente para seguir siendo con pasión de un equipo que ya
no existe, que no juega cada domingo; que no gana, que no sufre, que ni
siquiera tiene jugadores que memorizar…se me hace muy difícil romper la
sensación de seguir viviendo en un mal sueño; dentro de ese deseo eterno de
querer despertar y encontrarme de nuevo en esa Salamanca que disfruté; aquella
en la que pensábamos si ir por Ávila o por Sanchidrián en los regresos; en la que
Aya abría la puerta cuando llamábamos abajo; en la que jugaba la Unión el
Domingo y en la que quedaba con Pablo, Baby, Javi, Víctor y Carmen debajo del
reloj, para empezar la noche por Libreros.
Pero no; esos años que recuerdo
de mi querida Salamanca y mis veintitantos, no volverán nunca.
Aún así, busco en positivo; y
pienso que desde mi marcha, mi seguimiento al club cambió; y pasó del
Helmántico, del “in situ”; a ese vivirlo en la distancia que llené desde
la radio, TV o más recientemente a través de twitter; y empecé a apoyarme
conscientemente en su historia y el coleccionismo de recuerdos, para intentar seguirla
y sentirla desde más cerca a pesar de los kilómetros; hasta el punto de
obsesionarme y recordar onces que jugaron en los 60 y nunca vi, y dudar sobre
la posición concreta de jugadores del presente de esos que sólo veía en mis escasas
visitas a la ciudad.
Así, la distancia, con todo lo
malo, me ayudó a descubrir una “obsesión” unionista en mí y en su pasado, que hoy
todavía mantengo.
Por tanto, a pesar de su ausencia
(6 meses se cumplen hoy de la desaparición de la U.D.Salamanca); hay cosas que
han cambiado menos de lo que pensaba…no hay un hoy, es cierto, y tampoco habrá
un mañana para un club que ya no existe ni existirá nunca más, pero también es
más cierto que sigue teniendo un pasado: 90 años, 33.003 días y muchas
personas, partidos, vivencias a recordar…
Así que yo sigo, porque me cuesta
dejar de coleccionar y rebuscar en ese pasado que tanto amé; porque algo no
desaparece, dicen, del todo hasta que se le olvida y porque es de justicia
recordar a aquellos que formando parte de una sociedad creada para fomentar el
deporte hicieron tan feliz a tantos salmantinos durante tantos años.
Un blog de historia como este,
que creció con el objeto de ensalzar el recuerdo de un pasado histórico en el
momento más duro de la historia presente del club; no debe tener excusa tras su
desaparición para no seguir recordando…y en eso estaré, en eso seguiré; con la
pena sangrante aún de lo que el hoy no nos dará ya jamás; pero con el recuerdo
de lo que fuimos durante 90 años y que no merecería que Salamanca le volviera a
dar la espalda otra vez más; esta vez olvidándolo…
Por mi parte desde hoy, tras seis meses de silencio; la Unión volverá
a “jugar” periódicamente en las páginas de este blog; os invito de nuevo
a sentaros conmigo en esta GRADA; una grada que sin ella, la siento y sentiré, más
VIEJA que nunca…
FOTO: Puerta16
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe alegro de que hayas vuelto. Aquí estaremos para leerte, y recordar a nuestra querida Unión.
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