...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

sábado, 26 de febrero de 2011

Los Zamoras del 75 y 77…reivindicación legítima.

En un equipo como la Unión, huérfano de títulos y trofeos importantes, reclamar algo que pudo ser y que debería ser nuestro es algo más que una simple anécdota.
Desde la temporada 58/59 el diario Marca galardona con el Trofeo Zamora al portero menos goleado de primera división de cada temporada. La constante variación en la reglamentación de este torneo y la incongruente aplicación de unas reglas que se han modificado en momentos concretos, perjudicó sobremanera a la U.D.Salamanca y a su principal baluarte bajo los palos, Jorge D’Alessandro en dos ocasiones.

En la temporada 74-75, en la que Sadurní (portero del FC Barcelona) fue el ganador, las reglas imperantes para ganar el trofeo, en una liga de 18 equipos participantes, permitían acceder al título al portero que con menor cociente de goles encajados por partido, superara los 22 partidos jugados.
Sadurní con 24 partidos y 19 goles encajados (cociente 0,79) fue el ganador del Trofeo y Jorge D’Alessandro fue segundo, a pesar de realizar un pleno de partidos, 34 encuentros jugados y 29 goles encajados, lo que suponía un cociente de 0,85 goles encajados por partido.
Sadurní se convirtió así, en el portero que desde 1968 (liga de 16 equipos) ganaba el trofeo con menos partidos disputados (¡¡24!!)… ¡¡D'Alessandro jugó diez más!!
El diario Marca por este motivo, entre otros, en la temporada 83-84 (temporada en la que todavía había 18 equipos en primera, como en la 74-75) decidió ampliar la necesidad de contabilizar al menos 28 encuentros para poder ganar el trofeo Zamora… de esta manera, si las reglas del 83, (más coherentes que las del 75), hubieran sido las vigentes en aquel entonces, Sadurní no hubiera alcanzado los 28 partidos computados y hubiera sido D’Alessandro con toda justicia el ganador de un trofeo, que hubiera alzado con un pleno de partidos disputados, ya que disputó todos los minutos de la liga.

Sadurní, ganador de tres Zamoras (68-69, 73-74, 74-75) defendió la portería del FC Barcelona, entre 1961 y 1975,
y nunca se enfrentó a la UDS, pues fue Mora el que ocupó la meta culé frente a la Unión en los dos partidos de la 74-75. 

Por otro lado, en la temporada 1976-77, Miguel Reina (portero del Atlético de Madrid en aquel entonces) fue el galardonado por el diario Marca, con el trofeo Zamora.
Jorge D’Alessandro se quedó en segunda posición a una sola milésima del cancerbero rojiblanco.
Todo esto sucedió con las reglas del trofeo de 1977, las que estuvieron vigentes entre 1964 y 1983, en las que el portero campeón debía jugar al menos 22 partidos en la competición de liga, pero sin especificar nada de los minutos que debía cumplir en cada partido dicho guardameta, para computar ese partido como válido, a parte de no quedar claro, en caso de empate, qué cantidad de decimales eran necesarios para tal fin.
Así, Miguel Reina, defendiendo los colores del Atlético de Madrid en la 76-77 participó en 30 partidos (en 29 jugó los 90 minutos y en uno sólo jugó 55) y encajó 29 goles. Así, según las reglas del momento el diario Marca computó 30 partidos jugados y 29 goles encajados lo que suponía un cociente de 0,966 goles encajados por partido.
Del mismo modo esa misma temporada Jorge D’Alessandro participó en 31 partidos de los 34 totales, jugando los 31 de forma completa y encajando 30 goles. Así, según las reglas Marca vigentes en el 77 sería un cociente de 0,967, por encajar 30 goles en 31 partidos computados.
Por esta diferencia tan ínfima perdió D’Alessandro el trofeo Zamora de aquella histórica temporada… 
Hoy Marca en su reglamentación expone, reglamentación adaptada posteriormente al primer reglamento claro, el de 1983: 
"El ganador del trofeo será el portero que tenga el menor cociente, obtenido hasta la segunda cifra decimal (centésimas), resultante de dividir los goles recibidos en toda la liga (incluidos los de partidos no computables) entre el total de partidos computables. Entendiendo como partido computable, aquel en los que el guardameta juegue un mínimo de 60 minutos"


Así el diario reflexionando sobre sus propias reglas e intentando evitar posibles injusticias que se producirían si algún partido de los computados correspondiese a partidos incompletos con pocos minutos disputados por parte de algún guardameta, decidió, a partir de la temporada 83-84, considerar que sólo computarían como jugados, aquellos partidos en los que el cancerbero disputase como mínimo 60 minutos.
Esto, que empezó a aplicarse a partir de la temporada 83-84, no tuvo efecto retroactivo, porque si en 1977 las reglas hubieran sido las del 83 o las actuales… el nombre del Trofeo Zamora de la 76-77 hubiera sido otro…

Según estos cambios, en aquella 76-77 Miguel Reina sólo hubiera computado 29 partidos jugados, y no 30, pues en el último partido de liga sólo disputó 55 minutos, así que no contaría como válido al no alcanzar los 60 minutos, que se valoraban en la nueva norma; pero por contra sí sumaría en goles encajados los tres que recibió en aquel partido que por minutos no le hubiera computado.
Por tanto serían 29 goles encajados pero en 29 partidos computados y no 30, para Miguel Reina, que corresponderían a un cociente de 1 gol encajado por partido.
Por otra parte el cociente de Jorge D’Alessandro no se vería afectado por la nueva reglamentación pues el argentino disputó los 31 partidos computados completos y se quedaría en los 0,967 goles encajados por partido.
Siendo con la reglamentación del 83 el ganador del Trofeo Zamora de la 76-77. 
Para más inri no sólo alcanzaría el trofeo por esa vía de los partidos no computables, si no que aún obviando la misma, y si sólo nos fijamos en los decimales, el trofeo también debería ser suyo, pues según la nueva reglamentación de 1983, sobre el empate en el primer decimal, vencería por haber jugado más partidos que Don Miguel Reina. No lo digo yo, lo dice el propio diario Marca.









Resumen del encuentro Atlético de Madrid – Valencia CF, donde se comprueban los 55 minutos disputados por Miguel Reina, que harían no computar aquel último partido de liga de la 76-77, con las reglas vigentes desde la 83-84..









Dos trofeos Zamora, que hubieran sido charros, que hubieran ido a las vitrinas de Jorge D’Alessandro y por tanto a las vitrinas de la UD.Salamanca, y que las irregulares e injustas reglas del trofeo, en aquellos años, hicieron que no se premiase al portero que de verdad, por número de partidos, minutos y goles encajados; lo hubiera merecido, para ocupar así un doble hueco en el palmarés, al lado de guardametas memorables que sí lo tienen en sus vitrinas.

Imagen de Miguel Reina en la portería de Fondo Norte, ganador del Trofeo Zamora de la 76-77, despejando un balón
por alto en el UD.Salamanca-At.Madrid de la 74-75 que finalizó 1-1

Imagen de Jorge D’Alessandro durante el UDS - F.C.Barcelona de la 74-75, que de forma acrobática bloca el esférico,
 como metáfora a una reivindicación justa, de…”¡Quiero mis Zamoras!”

Reivindicación legítima y olvidada por parte del Unionismo… que desde este modesto blog rescato, abriendo debate y reivindicando a Jorge D’Alessandro como ganador o co-ganador en su defecto, del trofeo Zamora de las temporadas 74-75 y 76-77.

viernes, 18 de febrero de 2011

Juanjo - Cruyff, pareja de baile.

Era otro fútbol, eran otros tiempos, pero lo que actualmente es llamado marcaje en zona, no era la norma general en el deporte rey…
Los marcajes individuales eran lo habitual, y cuando del crack de turno se trataba, fueron muchos los “perros de presa” que sacrificaron el resto de sus funciones en un partido, en pos de, muchas veces rozando lo permitido en el reglamento, hacer desaparecer al delantero estrella y sus “campanillas”.

Cuando la Unión llegó a primera, Johan Cruyff ya llevaba un año en España, pero no fue hasta la temporada 75-76, cuando la parroquia unionista pudo disfrutar de uno de los pertenecientes al grupo de los llamados “cuatro grandes”.

Juanjo fue el elegido por García Traid para “ese” trabajo sucio, para ese baile físico que es el marcaje…
Sacrificando su posición habitual en el eje de la zaga al lado de Ricardo Rezza; Juanjo, esa tarde, se incrustó en el medio campo, salió a las bandas, subió y bajó sin descanso independientemente del dueño del balón, y fijó al crack holandés allí por donde pisaron sus botas…y sin duda, el salmantino lo hizo bien…
Juanjo, jugador indispensable en el esquema de aquel equipo charro que se paseó por España con una solidez defensiva envidiable, marcador potente, fuerte y contundente, se consolidó en partidos como el mencionado, por hacer que a Cruyff se le viera, pero menos, en aquella primera tarde que pisó el césped salmantino.




Cinco imágenes donde se pone manifiesto el seguimiento de Juanjo a Cruyff en la primera
de las dos tardes que en su periplo en España pisó el crack holandés el estadio Helmántico.

Todo un F.C.Barcelona, líder en aquel momento de la liga, se estrelló, contra un equipo charro que con trabajo y oficio anuló, no solo al siete holandés, si no a todas sus estrellas, que esta vez sí, no como la temporada anterior, vinieron al Helmántico.
Cruyff, como en otros muchos campos a lo largo de su carrera tuvo un compañero de viaje en aquel partido; y Juanjo se unió a los Carrete, Julio Alberto, Molinos, Camacho, Oriali, Vogts…que también lo intentaron, para hacer que el crack lo fuera menos y añadir al fútbol, gotas de menos fútbol, que también forman parte del duelo que supone lo individual, en un deporte colectivo.

Imagen del histórico marcaje de Vogts a Cruyff en la final de Alemania’74

La proyección de Juanjo (Juan José Enríquez Gómez – Madrid 1950) tras tres temporadas en la UD Salamanca, se vio refrendada ya con 27 años con la llamada de Kubala para un partido clasificatorio de la Selección Española para el mundial 78 en Bucarest frente a Rumania, a la vez que con el traspaso al final de esa misma temporada al mismísimo FC.Barcelona, donde con más pena que gloria, en dos temporadas, disputó solamente cinco partidos como titular y fue incluso apartado del equipo en la 78-79 por duras declaraciones contra su entrenador y su directiva.
El Recreativo de Huelva en segunda división y de nuevo en la élite gracias a su Atlético de Madrid donde se había formado este madrileño, fueron los penúltimos pasos en su carrera como futbolista.

Imagen de Juanjo con el chándal de la selección española en Bucarest donde ocupó
un puesto en el banquillo llegando incluso a calentar en la banda en la segunda
parte, para finalmente no debutar; en vísperas de su fichaje por el FC.Barcelona de la 77-78.

Juanjo y Zuviría, dos de los principales fichajes del FC.Barcelona para la temporada 77-78

Dos temporadas después, Cruyff volvió al Helmántico, pero Juanjo ya no estaba esperándole, casualidades del destino lo tuvo cerca, pero en su mismo equipo:

Imagen de Juanjo y Cruyff en la formación inicial del FC.Barcelona que visitó el Helmántico en la temporada 77-78, en uno de los pocos partidos que Juanjo  jugó como titular en el Barça en las dos temporadas que militó en el equipo culé.
De pie de izq. a dcha: Artola, De la Cruz, Neeskens, Juanjo, Olmo y Migueli. Agachados de izq. a dcha: Clarés, Sánchez, Cruyff, Asensi y Zuviría.

Sorprendentemente, Johan jugó en aquella 77-78 en el estadio Helmántico, sesenta minutos en el puesto de libre, atrás, cerca de Juanjo… y cuando salió de la cueva… esta vez fue Iglesias el que lo esperaba para compartir ese baile, que como poesía del fútbol de otro tiempo, ha sido y será siempre, el marcaje individual.

domingo, 13 de febrero de 2011

¡Bienvenidos a primera!

La temporada 74-75, fue la temporada de los estrenos. El debut en primera división, siempre supone dar el salto a la principal constelación futbolística, conocer campos, jugadores, públicos…y que te conozcan, presentar tus credenciales allá por donde pisas, y lucir el escudo del puente, toro y encina, por lugares y en circunstancias competitivas nunca antes alcanzados.

Visitar por primera vez estadios como el Calderón, el Bernabéu, el Camp Nou,…etc. para un equipo modesto en su debut en primera, siempre tiene un extra de responsabilidad…el dar la talla, el demostrar que la primera no es una casualidad, que merezco estar con vosotros, que puedo quedarme…todo ese cóctel de sensaciones se aunaron en esos partidos y en un año como aquel, hoy lejano…

A veces hay un gesto, en uno de esos partidos, bajo los ojos de aquellos públicos imponentes, que sirve para resumir una bienvenida a primera, y no me refiero a entregar una placa al inicio del choque, como muestra la primera imagen bajo estas líneas, si no a algo más profundo, algo entre profesionales, algo “de lo de dentro del campo”, como dicen ellos…un gesto.

Pirri entrega a Huerta, en los prolegómenos del choque,
la placa del Real Madrid como debutantes
en el estadio madridista.

Este gesto, sucedió con el debut de la Unión Deportiva Salamanca en el estadio Santiago Bernabéu, allá por el 16 Febrero de 1975, partido al que la Unión llegaba noveno, la revelación junto al R.Betis de los ascendidos, y un Real Madrid líder en solitario, que esperaba continuar su racha en aquella tarde de la presentación salmantina.

La Unión cumplió con creces en su debut en el “nuevo Chamartín”, en un partido malo y excesivamente conservador de ambos conjuntos, Jorge D’Alessandro como otras muchas tardes en aquella primera temporada en primera, fue el jugador más destacado; su primera parte en forma de intervenciones, fue lo más reseñable de la prensa del lunes, acerca del equipo salmantino.
En uno de esos lances y tras ser Pirri, el mayor representante de la insistencia madridista en forma de disparos;…al borde del descanso y tras la tercera espectacular parada del argentino en los primeros 45 minutos; el capitán madridista, como llevado en volandas por los 80.000 que poblaban los graderíos y admirado por la grandeza de los aciertos de nuestro cancerbero, se acercó convencido, sincero y con paso firme a Don Jorge, para estrecharle la mano…en gesto de respeto, en gesto de admiración, por sus grandes intervenciones aquella tarde y refrendada su acción; por la que D’Alessandro acababa de sacar debajo del larguero tras su disparo, segundos antes…

Espectacular intervención de D’Alessandro en el debut en Chamartín
que supuso la felicitación de Pirri, capitán madridista.

Qué mejor anfitrión que Pirri, (buque insignia de nuestro fútbol en los 60-70, más de 250 partidos en primera división y más de 30 internacionalidades en aquel momento de su vida, campeón de Europa y mundialista, todo un capitán del Real Madrid y de la Selección), el que tuviera ese gesto de caballero, con el recién llegado, con el debutante, para alargando su mano, parecer en ese guiño de deportista de los de antaño, asentir y en entrecomillada representación de toda la primera división española de aquel año, parecer decir en ese gesto, un sincero y sonoro “¡Bienvenidos a primera!”…

Pirri felicita a Jorge D’Alessandro por la mágnifica intervención que acababa de realizar 
 tras su disparo, ante la mirada de Ricardo Rezza en segundo plano, aquella tarde del debut en el Santiago Bernabéu en el 75.

viernes, 4 de febrero de 2011

El fútbol, la Unión…ese instante…

Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.




 
Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado
tu cuerpo de sí mismo se desata…

Octavio Paz (1914-1998) (Fragmento de Sonetos - I)