...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

jueves, 18 de julio de 2019

La mirada del hincha

Nunca tuve el privilegio de salir en un once con ellos, quizá porque en aquellos tiempos era algo menos frecuente que ahora, en el que decenas de chiquillos "ojipláticos" esperan agachados la salida del once de turno en cada uno de los partidos, o en otros niveles y movidos por eso del fair play acompañan asidos a sus manos a las estrellas del momento en formaciones bajo notas de himnos varios...

No fui tan afortunado, pero os mentiría si os dijera que no envidio a cada uno de esos hinchas, niños o no tan niños, que lucen entre ellos en las cientos de imágenes que conservo de formaciones de la Unión en los cajones.

No creo que haya pasión semejante con respecto al balompié que la vivida en la infancia, cuando, pienso, se es hincha de verdad; no hincha en el sentido adulto del término, cuando predomina ese punto irracional de comportamientos censurables; sino hincha de corazón virgen, de crío, cuando en los ojos prima esa admiración cristalina hacia los que juegan ante tu mirada, cuando los colores no son tan importantes, o sí, y el fútbol es un juego, cuando los porteros son gigantes, los defensas fornidos inaccesibles y los medios y delanteros habilidosos inalcanzables, cuando incluso parece que algunos de ellos resplandecen y emanan luz al mirarlos desde al lado...

He de reconoceros que mi mirada de hincha cristalina de niño duró más, así fui, pero se quedó congelada casi coincidiendo con mi salida hacia otras latitudes desde mi ciudad natal allá por 2001, tras ese primer síntoma de vejez que "padece" el futbolero, que es darse cuenta que los jugadores que corretean bajo sus ojos en el césped empiezan a tener los mismos años que uno... y finalmente se perdió, cuando años más tarde, me di cuenta que hasta los entrenadores del momento eran muchos de aquellos jugadores que admiré en el pasado con una pelota en los pies. Cosas del paso del tiempo. Irremediable.

Pero misteriosamente, la desaparición de la Unión, me hizo recuperarla...
Esa mirada, la misma que gasté de crío en el Helmántico o con los grandes ante la televisión, reapareció en mis ojos cada vez que en mi afán de descubrir cosas que desconocía de su pasado, daba con ella.
Inconscientemente hoy, y en ellos me refugio, me surgen esos ojos vírgenes con esa ilusión y admiración intacta de mi infancia, que perdí con la madurez, cada vez que doy con algo que me acerca a aquella época que viví con ella o anterior, y en el hoy de mis casi 42, como entonces, y con esos ojos, aquellos jugadores que observo en las fotos que rescato me siguen pareciendo que podrían ser mis padres, como antaño, y que cuando los miro en ellas veo gigantes, fornidos inaccesibles, habilidosos inalcanzables y que algunos emanan luz...

Sé que no formaré nunca con ellos en un once, básicamente porque la Unión ya no está entre nosotros, pero en la proyección inconsciente del que desea haber estado donde nunca pudo... me traslado a esta imagen cada vez que lo deseo, y mis ojos vírgenes, de mirada cristalina, se solapan en la mirada del hincha que contempla a D'Alessandro... y me permiten volver a mi niñez con ella.



#LaHistoriaNoSeCompra