...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Ochocientos setenta y dos días


Dicen que uno de los secretos para alcanzar el éxito más fácilmente en el fútbol nace, entre otras muchas cosas, del triunfo de la buena relación entre las personas que forman un grupo deportivo en un momento dado. Yo pienso que es verdad.

Si uno echa la vista atrás hacia la historia de la Unión Deportiva Salamanca y trata de recuperar sensaciones de éxito pleno en sus 90 años de historia, no le costará llegar a dos periplos legendarios, en los que ese tipo de éxito y su consecución, sin duda, fueron evidentes: 
Uno, aquel que discurrió entre 1972 y 1975, el otro, el que con la misma longitud nos condujo desde 1993 a 1996...

No seré yo quien descubra ahora nada de aquellos años, mucho se ha dicho y escrito ya sobre los mismos, sobre ambos periodos y sus coincidencias; coincidencias que fueron muchas, y que redundaron sobre la estabilidad y la buena relación interpersonal de dos grandes grupos de jugadores, que bajo un cúmulo de circunstancias comunes acudieron al rescate de un club sumido en una travesía en el desierto de varias temporadas:
La mezcla del joven entrenador sobre el que recaía la responsabilidad de sacar al equipo de la eterna crisis deportiva e institucional que acompañó a la UDS a cada poco y la llegada masiva de jugadores con poco "pasado" en su mayoría, fueron en ambos ciclos una mezcla explosiva, pero para bien, con la que se logró desde la asunción máxima de la filosofía del novel, un éxito pleno, que fue, junto con constancia, trabajo y calidad, que la tenían, el  alcanzar en un tiempo récord el cielo de los grandes: 
La 1ª división de nuestro fútbol, en un salto sin pausa desde la categoría semiprofesional que fue la 3ª división y la 2ª B en cada caso. 

Pero si quizá algo cabe resaltar y destacar dejando constancia gráfica de ello es que aquellos dos grupos y me centro en el segundo, no difirieron tanto con el pasar del tiempo, aún separados por dos categorías; pues mantuvieron el bloque, su esencia de grupo; y sí, es verdad que vinieron refuerzos en 1ª, extranjeros en su mayoría, pero el núcleo de aquel conjunto inicial que despertaba al aficionado charro del letargo desde 2ªB o tercera fue conceptualmente el mismo.

En vísperas de la Navidad de 1993 Medina, Torrecilla, Sukunza, Sito, Josema, Vellisca y Barbará saltaban al estadio Vicente Calderón para enfrentarse al Atlético Madrileño en la 19ª jornada del campeonato de 2ªB de la temporada 1993-94.
872 días después, los mismos 7 jugadores repetían titularidad, pero dos categorías por encima, en el mismo estadio, pero esta vez para medirse al titular del mismo y repetir el mismo resultado.

Es ese Vicente Calderón hoy ya desaparecido, como mi añorada Unión Deportiva Salamanca, el que me sirve como hilo conductor y decorado hoy, como fondo de dos imágenes para el recuerdo, de aquel pequeño gran sueño que fue crecer viendo crecer a un equipo y a unos jugadores, que entre 1993 y 1996 con escasas variaciones en su conjunto, me hicieron el aficionado más feliz de este mundo.

#CuántoTeEchoDeMenosUDS



#LaHistoriaNoSeCompra

FUENTES:
Fotos Morgan y José Mª Pérez