...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

jueves, 18 de abril de 2019

Los para-avalanchas del cielo

Empecé a perder a la Unión cuando en el año 2002 me fui definitivamente de Salamanca. 
Lo siento así porque mi posición actual y mi sentimiento de nostalgia inamovible desde entonces sé que se derivan del hecho de que entendí y entiendo a la UDS no sólo como el club que fue hasta 2013, sino como ese mismo, pero sumado a todo aquello que lo rodeaba en mi vida de entonces: Los míos (los que están y los que se fueron), aquel día a día salmantino que cambié por otras latitudes y hasta yo mismo (aquel chaval que fui y que ya no soy por el paso de tantos años).
De este modo, desde entonces y hasta hoy, la Unión la siento como un montón de fotogramas de viejas películas Súper 8 en mi memoria, pero unas en las que no sólo hay fútbol; sino que avanzan mezcladas con una suma de recuerdos propios, personas y años que desgraciadamente no volverán.

No hace muchas semanas quedé cerca de casa con mi amigo Juan, "Juanito", histórico ex-jugador del Albacete Balompié entre muchos otros clubes españoles; con el que comparto desde hace casi dos años el placer, y para mi el privilegio, de hablar de fútbol y su historia cada cierto tiempo.
De memoria prodigiosa, conocedor profundo de la historia de sus clubes y acaparador de infinidad de documentos de los mismos; llevaba tiempo esperando esa charla con él bajo el calor de un café, pues entre tanto había logrado conseguir una buena cantidad de imágenes de cuando Juan jugaba en el Deportivo, alguna del Rayo Vallecano y hasta una de gran calidad de cuando compartió vestuario con Calero y Miche en el Real Valladolid, allá por el 64, para regalárselas.

Adoro escuchar a los que jugaron, sus vivencias de hombres de fútbol, diferentes a las percepciones que tenemos del mismo los simples aficionados que nunca pisamos el verde y que se descubren ante los oídos del profano como puntos de vista distintos. Puntos de vista del ex-jugador, que evalúan las cosas de este maravilloso deporte desde el mismo corazón del escudo que defendieron y muestran y enseñan la responsabilidad de lo que era vivir de un deporte en aquellos tiempos, tan alejados de la vorágine económica del fútbol actual.

A parte de la evidente nostalgia que despiertan las conversaciones sobre imágenes en blanco y negro, me llamó la atención y me sobrecogió sobremanera aquella tarde, el hecho de que a medida que hablábamos de los integrantes de cada una de las fotos, íbamos tachando cuál lápiz afilado desde la memoria, los rostros de muchos de aquellos futbolistas de los onces impresos, cruces imaginarias sobre los jugadores que ya no estaban entre nosotros, bastantes de ellos; demasiados quizá: el propio Manolo Calero, Miche, Manolo Sanchis en el Valladolid, Aguilar, Sertucha, Loureda, etc... - ¡Cómo pasa el tiempo! - sentenciaba Juan – mientras se hacía palpable la nostalgia sobre aquellos años, que de igual forma que la mía pero desde esa perspectiva del que jugó, se mostraban también en cada imagen, irrecuperables.

Para los que encima somos de un equipo que no existe y vivimos su adiós como ese final de un todo que os describía al principio, el sentimiento en cada marca es más fuerte si cabe, pues la nostalgia se acrecienta en cada rostro tachado, sea de nuestro entorno o de tantos ex-jugadores que nos dejan, pues cada línea cruzada con otra sobre ellos, es un nuevo pequeño adiós a un trocito de historia que se nos aleja desde 2013.

He de decir que siempre sentí devoción por los ex-futbolistas, pues los entendí como parte fundamental de la historia de los clubes y así os lo escribo desde hace ya algunos años. Ellos deberían ser entendidos como el club en sí mismo, son sus raíces, pues son los que condujeron a cada equipo a lo que verdaderamente fueron. Su mayor orgullo. Su esencia misma.

Una vez escribí y así lo mantengo, que el último aliento de la Unión seguiría vivo en ellos, en sus ex-futbolistas, en su recuerdo, y que se apagaría definitivamente en el momento en que el último colgara para siempre las botas en el firmamento futbolístico y cierto es que ya no quedan muchos.
Cada vez que acudo al Carlos Belmonte los busco, y encuentro a la Unión en Néstor Susaeta o en el "torito" Acuña; hace poco fue en Salva Sevilla o en Alberto Cifuentes tras sus visitas a Albacete, pocos más...
Y elevando la reflexión al campo de la vida, para más tristeza, otros, de vez en cuando, es la ley natural, se tachan en fotos y cuelgan las botas de la vida cada año en el otro firmamento, en el de los cielos, y en los brazos de alguna estrella atan sus cordones y llenan campos imaginarios donde siguen jugando, con nuestro escudo, lo sé, y ya son más los que juegan allí que los que juegan por aquí, porque inevitablemente la vida pierde ese terreno al final y se nos apaga.

Por ello, siempre he querido pensar, desde esa nostalgia inamovible que os describía al principio, que llegará un día en que nos reencontraremos todos allí, en ese campo imaginario del que os hablaba, y tengo claro, seguro, que volveremos a disfrutar todos de todos y que podremos volver cada uno de nosotros a ese nuestro año del pasado deseado, añorado, donde por uno u otro motivo se nos paró el tiempo un poco.

Mi cielo quiero que sea así, lo imagino sin cuarto anillo, eso es de clubes inalcanzables; pero sí como una grada soleada poblada de para-avalanchas, con un verde inmaculado abajo, como cuando empecé a ir al fútbol… A mi cielo se llegará tras una luz al fondo que abrirá paso a esa platea luminosa donde nos esperarán apoyados los nuestros, los que se marcharon, tantos, tan queridos… y donde iremos apareciendo todos, cuando Dios quiera, sin prisa, para apoyados en sus hierros y poblándola poco a poco, volver a ver jugar a todos los ex-jugadores que nos dejaron y que pusieron a la Unión en el firmamento de los clubes irrepetibles con su esfuerzo; y donde la mayoría de ellos se seguirán abrochando las botas y seguirán jugando en ese verde del cielo donde siempre será domingo…
Allí en el césped, en cada partido, seguirá saltando Silva y tocándola arriba como en la imagen, correrán Nano, Joseíto, achicará Pavlicic, controlará Miche, marcará Iglesias, atajará Miguel que alternará con Joven, con Floro, con Zamora, y golearán Pruden, Diarte, Abilio que se cambiará con Antonio Díaz, con Loren, con Juanjo, con Calero, con Serafín, con tantos... y los ordenará Traid, que hará tándem con Fuentes, con Campos, con Soler, mientras lucen y defienden como ya hicieron ese escudo que sólo debería pertenecerle a ellos...

Y nosotros sé que los veremos, será desde esa grada y su cemento iluminado, seguro, mientras nos dejamos las manos aplaudiendo, como tantas otras veces hicimos; en esa vuelta a esa flor de la vida y en ese paraíso imaginario en el que fuimos tan felices con todos los nuestros y con ella... para apoyados en los para-avalanchas, los para-avalanchas del cielo,  volver a disfrutar nosotros de ustedes y ustedes de nosotros, en ese día, aún lejano, en el que todos nos hayamos marchado.


A todos los ex-futbolistas de la Unión, especialmente a los que ya nos dejaron, desde la admiración eterna del que os escribe, por construir durante 90 años un equipo irreemplazable.
Gracias a la familia González Pérez por esta maravillosa imagen del "cielo". Gracias a Silva QEPD y a sus hijos.