Una mirada desde el pasado

Hay una zona en Salamanca, que sin apariencia alguna de centro deportivo, ausencia de atascos en tardes de domingo, y sin rastro de banderas y bufandas blanquinegras hoy, me sigue oliendo a fútbol en el siglo XXI.

Durante todas las mañanas que bajé por la calle Volta desde mi casa del barrio de Carmelitas al campus, me imaginé que no mucho tiempo atrás, aquel humilde barrio de San Bernardo, anteriormente llamado de Salas Pombo; albergó al pulmón del unionismo durante casi 50 años.

El estadio del Calvario inaugurado en 1923 y hasta 1970, cobijó cada domingo lo que fue nuestra historia más añeja, y aún hoy, a los que hurgamos en el blanco y negro de nuestro pasado, nos sigue atrayendo su leyenda.

Hace años pasé muchos minutos entre idas y venidas en el Auto-Res que descansaba en los andenes de lo que era la general del Calvario; aquella que aún mi padre me cuenta servía de grada para las fotos que los Padres Salesianos les hacían para los anuarios del colegio cuando era crío.

Otras muchas veces también, en las llegadas a Salamanca sentado en las plazas individuales del Exprés que entra por lo que era el fondo del marcador del viejo estadio, pensé en sus dimensiones y me apoyé en relatos y fotos que comparé en mi mente con lo que a mi alrededor en forma de estación me imaginaba.

Un día encontré esta imagen que realizó Gombau en los años 50 y en la que me subo cada vez que, con autobús o sin él; quiero imaginarme que aunque nunca estuve allí, en sus fondos; los relatos, los olores, el ambiente del barrio de San Bernardo hoy y la vieja imagen que desempolvo cuando pienso en el lejano pasado que no conocí, me sirven; cuando me pongo de pie en la última fila de aquel fondo al lado de don Guzmán y su objetivo, detrás de aquellos cientos de unionistas con sombrero, para comprobar que la tribuna de madera estuvo donde siempre me dijeron, que una tapia rodeaba el contorno en algunas zonas del campo, que la gente salía a las ventanas a ver el fútbol, que cantaban los goles igual que hoy o protestaban de la misma forma; y que la Unión al fin y al cabo jugó allí durante 47 años, antes de que yo naciera, y que todavía quedan algunos años para que la historia de la Unión sea más del Estadio Helmántico que del viejo estadio de la avenida de Filiberto Villalobos en el que se subieron Guzmán Gombau y, hoy, mi mirada para ver jugar a la Unión en los 50 con la catedral al fondo, en el pasado de la distancia.

Editada de imagen extraída de la Gaceta Regional de Salamanca

Mañana se inaugura en el Estadio Helmántico un museo dedicado a la historia de la Unión Deportiva Salamanca – Gracias desde este modesto Blog a los responsables y colaboradores por ese esfuerzo de no olvidar nuestra historia.