...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

lunes, 18 de julio de 2016

El olor de los recuerdos

Contaba una vez Don Ángel Gabilondo que el olor que respiraba mientras paseaba por los mercados de La Habana en Cuba, curiosamente, le transportaba a Atocha... describía que el aroma de la fruta pisada, vieja, entre los puestos de venta; le trasladaba a la popularmente conocida como portería de "Frutas" del viejo estadio; a aquella grada que descansaba sobre el desaparecido mercado de mayoristas de frutas y verduras del barrio de Eguía donostiarra, y que impregnaba con su olor el fondo Norte durante la semana, para que los realistas, como él, lo respiraran los domingos al entrar por esa zona del mítico recinto.

Pienso que quizá no sea el más relevante de los sentidos; pero sin duda; para eso del recuerdo; el olfato quizá sí sea el más evocador de los cinco; y en eso, coincido con Gabilondo.

Le leí una vez a Manolín, escritor y exjugador del club, que el "perfume" del linimento Sloan olía a Campo del Calvario y no al revés; a primeras filas, a fondo del marcador desaparecido... y pienso en alto cuando digo, que es evidente, que a todos los que crecimos viendo fútbol en la infancia, esa mezcla de césped recién cortado y olor a tabaco recién prendido, a faria; nos traslada al instante, indistintamente, a cada uno de los estadios históricos o no, que nos vieron crecer... En mi caso, claramente es al estadio Helmántico y a su Unión Deportiva Salamanca.

Hubo un tiempo en mi casa, en el que mi madre cultivó la costumbre de conservar la ropa en los cajones junto a pastillas de jabón desnudas. Ropas de esas de las que no son "de diario", y entre las que durante quince días consecutivos descansaba mi bufanda blanquinegra... junto a guantes y calcetines de lana gorda los meses cálidos y entre camisetas de manga corta y bermudas los meses fríos...
Así, hubo un tiempo; en el que a aquel olor a césped recién cortado y tabaco recién prendido, común en el recuerdo de todos los aficionados al fútbol y que envolvía a la Unión en su juego; se sumó el aroma a jabón en forma de bufanda anudada a mi garganta, que me acompañó cada domingo; perfumando sutil, cada una de mis respiraciones mientras veía a la UDS y cantaba sus goles, y adornando hasta a aquel vaho oculto bajo la tela blanca y negra, que en invierno ya no me olía a frío; la Unión me olía a Heno de Pravia.

Hoy la Unión huele a otra cosa; a mi me huele a papel, a tinta vieja, a revistas antiguas con esa mezcla de papel couché y humedad en la que envejecen miles de páginas y recortes que conservo; y en los que hoy la busco y la encuentro...

Y sí, sé que las imágenes no huelen; pero desde que conservo el papel, (llámadme "nostálgico"), junto a pastillas de jabón desnudas; y más cuando veo ésta; en esa pose añeja de la Unión en 1946 ante la grada Norte del viejo Atocha; la que ocultaba el mercado de frutas; en su ausencia, hoy la Unión, sí...

Me huele a papel húmedo y tinta vieja; pero también me huele a fruta pisada y a Heno de Pravia...

La Unión forma el 20/1/1946 en el Campo de Atocha. Partido frente a la Real Sociedad. De pie de izquierda a derecha: Párraga, Olivares, Muñoz, Bernabé y Colón. Agachados de izquierda a derecha: Dámaso, Luengo, Conesa, Azcue, Urre y Salinas.



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1 comentario:

  1. A mí también me traen muchos recuerdos el olor a Faria y a césped y me retrotrae a aquel equipo que jugaba en 2ªB en el que estaban Biota, Abajo, Melo y compañía. Y a aquel señor bajito con una bata azul en la que ponía Halls que gritaba "hay cerveza, hay refrescos, hay coñac!!!" y a aquella megafonía por la que siempre se escuchaban avisos de coches mal aparcados y que finalizaba con la coletilla de "En Salamanca y provincia frío industrial Mícar". Y a aquella lluvia de almohadillas con la que finalizaban a veces los partidos. Es una pena que el fútbol haya cambiado tanto, pero mayor pena es que ciertas páginas de la historia se hayan arrancado para siempre.

    Un gran artículo, por cierto.

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