...recuerdos de aquel niño que leía los libros de Gil Pérez en el viejo sillón de La Vega, aquellos recortes amarillos en el armario, aquellas tardes en la fría piedra del estadio, aquellos sueños, pensamientos y deseos que tuve desde aquella grada que fue mía, DESDE MI GRADA VIEJA...

miércoles, 2 de enero de 2013

El descenso del 85 en el Heliodoro

“¿Cómo vamos, papá?” - preguntó asomándose tras el umbral de la puerta de la habitación de sus padres -.
Un ligero movimiento de cabeza y el silencio, sirvieron como respuesta bajo el sonido de la narración radiofónica de aquel partido de fútbol.
Pocos minutos después, cuando desde su habitación dejó de oír el soniquete del transistor, supo que definitivamente, todo había acabado.
Renglones bajo una luz – 2013.

Siempre que toca volver al Heliodoro, se hace difícil poder evitar el recuerdo de un partido que a pesar de los años pasados sigue superando en la memoria, por transcendencia, a todos los jugados en la capital de la isla de Tenerife.
Triste y dramático recuerdo el de aquel enfrentamiento del 85 que supuso el final de una etapa gloriosa en la élite, aquella que siempre se catalogó como la etapa dorada de nuestra historia, y que deparó el final de todo lo que ininterrumpidamente se construyó durante la ascendente línea que se inició 13 años antes, en el 72, con García Traid en el banquillo y que se enterró para siempre, con Traid también, aquella tarde bajo la mirada de las pobladas gradas del Rodríguez López y ante la perplejidad de todo el unionismo que sufría pegado al transistor en la península, como nunca antes lo había hecho.

Tras una nefasta campaña (Ver: “El increíble equipo menguante”), en la que fuera de casa se perdieron 14 de los 19 partidos jugados, y con una sola victoria a domicilio a lo largo del curso; la Unión se presentó a aquella ultima jornada con el reto, como visitante, de tener que ganar a un rival directo por la salvación…algo que nunca se supuso como sencillo de conseguir a lo largo de aquella semana de cábalas antes del encuentro.
A aquella última jornada, del 19 de Mayo de 1985, en una segunda división con 20 equipos y cuatro plazas de descenso a la categoría de bronce; con Lorca y Calvo Sotelo ya descendidos ocupando irremediablemente las dos últimas plazas de la tabla, la UDS llegó con 33 puntos, último de un quíntuple empate junto a Granada, At.Madrileño, Bilbao Ath y Real Oviedo, por debajo del C.D.Tenerife con 34 y Deportivo de La Coruña con 35 puntos que cerraban el grupo de siete equipos candidatos a perder la categoría aquella tarde.


Los enfrentamientos, caprichosos, como casi siempre, depararon dos duelos directos: Tenerife – U.D. Salamanca y Real Oviedo – Deportivo, y otros tres encuentros con rivales desiguales en sus intereses, como fueron los: Granada – Castilla, At.Madrileño – Castellón y Barcelona At – Bilbao Ath; con equipos sin nada en juego.
Tanto la Unión como el Bilbao Ath; partían en una teórica desventaja al jugar fuera y por las desfavorables combinaciones que en forma de dobles, triples, cuádruples y quíntuples empates les perjudicaban en su mayoría; habiendo incluso carambolas en las que a pesar del supuesto de lograr una victoria y alcanzar los 35 puntos, los enviaban también a segunda división B.

Todos los ingredientes del drama se sirvieron fríos, bajo el sol canario, aquella tarde en las lejanas islas, y la Unión; en forma de equipo acomplejado se vio desbordado por la presión del envite, el ambiente en las gradas y la terrible estadística de ser uno de los peores visitantes del campeonato.
Sólo el tempranero gol del Castellón en el Manzanares hizo albergar alguna esperanza de que aún el empate pudiera servir; pero el gol del Tenerife cinco minutos después, a la vez que llegaba el empate del filial Atlético; convirtieron la tarde en la búsqueda obligada y desesperada de una victoria unionista; que sólo gracias a la sorprendente victoria del Castilla en Granada; permitió pensar durante toda la segunda mitad de los encuentros; que el empate, que también le servía al Tenerife, aderezado con una victoria del Deportivo en el Tartiere o del Barcelona At, en casa, frente al Bilbao Ath; podía salvarnos.

Pero ni empató la Unión, ni perdió el Real Oviedo, ni ganó el filial del Barcelona.
A las ocho de la tarde de aquel 19 de Mayo del 85, Granada y U.D.Salamanca fueron nuevos equipos de segunda división B, y el equipo charro entre lágrimas, deshizo el camino, con la misma velocidad, en esta ocasión dramática, que en forma de doble ascenso había logrado en 1973 y 74, 12 años antes.


Un partido plagado de nerviosismo desde el pitido inicial, de centrocampismo abusivo incluso, hasta que el gol tinerfeño a los 24 minutos aprovechando Agustín Lasaosa un rechace de la defensa dentro del área modificó el planteamiento charro; pues Lanao y Ángel en punta de ataque maniatados por sus marcadores Voro y José Ramón; fueron incapaces de crear peligro ante la puerta defendida por Aguirreoa en toda la primera parte.


La entrada de Chiqui en el descanso por Juan, desaparecido en la primera mitad, provocó que Luis García se adelantara en el terreno de juego abandonando su posición de líbero, para ocupar un puesto de centrocampista con la intención de llegar con más hombres a las proximidades del arco tinerfeño.
Pero no hubo manera; un Tenerife replegado y ordenado que incluso pudo a la contra anotar más goles ante una Unión que se fue diluyendo, al igual que los minutos, en una intención vana de colgar balones sin posibilidad de remates en ventaja en toda la segunda parte del choque.


La desolación en el Heliodoro Rodríguez López se hizo patente en el equipo, que vistió de rojo aquella tarde, tras el pitido final; en contraste con la alegría de los jugadores del equipo canario que sí consiguieron la salvación.
El míster García Traid se manifestaba en estos términos al finalizar el encuentro: “Alguien tenía que bajar y le ha tocado la “china” al Salamanca”. “En el vestuario estaban todos cabizbajos y medio llorando, es lo lógico por el descenso del equipo; tenemos todos un disgusto muy grande”.

Traid en el Banquillo del Heliodoro Rodríguez López, al fondo Cabrero.

Pero sin duda el que tras el final del encuentro reflejó la cara más amarga de la derrota fue nuestro capitán Enrique (Enrique Miguel Martín – Ciudad Rodrigo 1950- ), que colgaba las botas y el brazalete aquella tarde y que no pudo tener una despedida más discorde a su brillante trayectoria de histórico unionista y jugador de campo de nuestro club con más minutos en la lejana entonces, primera división.

Manifestando a la prensa a la conclusión de aquel encuentro sensaciones como: “Este es el momento más amargo de mi trayectoria deportiva. Siento una tristeza enorme, superior a la de la temporada pasada cuando descendimos de primera división; porque además hoy se produce mi adiós a la actividad futbolística”. Puntualizando sobre las razones del descenso con: “El disponer de un conjunto descompensado y la ausencia de gol, nos ha perjudicado todo el año.”

Un partido triste, en una temporada triste, dentro de una parte de la historia de la Unión, de esas que no apetece recordar la mayoría de las veces y que el unionismo guarda bajo llave en un cajón dentro de otro cajón de nuestra memoria futbolística.
Hoy, ya en año de 90 aniversario, más que nunca soy de los que pienso que la historia la ocupan gestas, triunfos, derrotas y alguna que otra debacle como aquella, y todas, pienso, merecen ser rescatadas.
Aquella tarde de Mayo del 85 estos once hombres en el Heliodoro Rodríguez López, al que esta semana volvemos, pasaron a la historia al culminar y cerrar, para mal, aquel ciclo de 13 años (1972-1985) que aún es entendido en la actualidad, en espera de ser superado, como el periodo más laureado de los anales de nuestra UDS.

Formación de la U.D.Salamanca aquella tarde en el Heliodoro Rodriguez Lopez: De pie de izq. a dcha: César Ferrando, Lozano, Luis García, Bezares, Serafín y Enrique. Agachados de izq. a dcha: Juan, Lanao, Choya, Ángel y Miguel Ángel.
FUENTE: Mundo Deportivo, Diario de Avisos.

4 comentarios:

  1. Gran reportaje una vez más, historia pura de la UDS

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  2. Efectivamente amigo Calamaro. Fue el cierre de aquella época dorada que tuvimos en los años 70 y 80. Recuerdo aquel partido, recuerdo estar pendiente y recuerdo como todo acabó... muy traumático, muy duro. Desde entonces, ya nada volvió a ser igual... el Helmántico ya no era el mismo, los jugadores no eran los mismos, la atmósfera que rodeaba a cada partido no era la misma, la ciudad no era la misma, nosotros tampoco éramos los mismos. Pasar en dos años del cielo al infierno, de ser un equipo grande a ser un equipo de pueblo, nadie lo llevó bien.
    Es cierto que ha habido buenos momentos en los años noventa, pero aun así solo en una temporada fuimos competitivos en la élite. Y yo particularmente añoro aquella época futbolistica que pudimos vivir, aunque fuera un poco de refilón, de niño, aunque es quizás ahí cuando mejores sensaciones se tienen.
    Si saliera bien este proyecto de Hidalgo, creo que volvemos, Calamaro, creo que volvemos. O al menos ahora sí veo luz al final del tunel. Quien lo sabe. Feliz Año Nuevo.

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    1. La verdad es que los recuerdos negativos en ocasiones, me da cierta pereza llevarlos al Blog...pero como muy bien dices blanquinegro; aunque parezca lejano, aquel del Heliodoro fue un punto de inflexión tan importante, que ni los escarceos con la élite de los 90, llegaron a superar; por eso cuando conseguí estas imágenes decidí llevarlas al Blog, coincidiendo con el partido actual de Tenerife, porque creo que aquel del 85 es un partido esencial para entender actualmente lo que somos, o al menos de donde venimos...
      Gracias por tu participación habitual en el Blog!!

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  3. Es evidente que el futbol no es lo más importante en la vida, por supuesto. Pero también es evidente cómo una gran victoria con algo importante en juego o una derrota nos cambia el estado de ánimo y cómo lo recordamos siempre, tanto lo bueno como lo malo. Ese pequeño detalle del padre con el transistor puede ser super-bonito o super-triste. Solo los que queremos así a un equipo lo sabemos ¿verdad Calamaro?
    Si quieres sacarte la espina de tu anterior artículo, te "invito" a que eches un vistazo al 29 de Noviembre de 1981. En Balaidos, Celta,0 - Salamanca,3. De esos partidos en Segunda que marcan un ascenso. De esas exhibiciones cuando éramos fuertes, de enseñar músculo. Me gustó aquella sensación, aquel partido, aquellos goles que llegaban a través de las ondas. Ante un rival directo.

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